La Sirenita es un paso hacia delante en el sinuoso camino hacia la equidad en Hollywood y el cine en general.

Mi infancia siempre estuvo acompañada de los clásicos de Disney que veía junto a mi hermana y primos en vacaciones. Las cintas de los casetes VHS se dañaron al reproducirlas incesantemente y sin tregua. La Sirenita sigue siendo mi película de dibujos animados favorita. Ahora como adulto entiendo que combinaba mi fascinación por criaturas mitológicas, el mar, y sobre todo, la premisa de sentir que eres diferente a la mayoría de las personas que te rodean, por lo que quieres explorar y ver qué más hay allá afuera, donde está prohibido ir.

Desde que se anunció que habría una live action de esta película, se creó mucha expectativa, ya que las adaptaciones que le preceden no han tenido la aceptación del público ni el éxito que se esperaba. Esta película no sólo enfrentaba ese gran reto, sino otro también muy complicado: crear un universo subacuático con un delicado equilibrio entre realista y fantástico para no perder la magia de la original y así lograr que la audiencia pudiera sumergirse junto a los personajes.

El live action de La Sirenita es una de las mejores adaptaciones de Disney, sino, que la mejor lograda hasta la fecha. Halle Bailey, no sólo tiene una gran voz, sino que inyecta carisma y personalidad a Ariel, una de las siete hijas de Tritón, donde Javier Bardem también hace un buen trabajo al interpretarlo. Otra grata sorpresa fue la química entre el Príncipe Eric (Jonah Hauer-King) y Ariel, y cómo se van acercando el uno a la otra gracias a que comparten pasiones, intereses y un espíritu aventurero; mostrando una conexión más profunda.

La película también tiene sus fallas, hay partes muy oscuras, que logramos pasarlas por alto al esperar el realismo de la profundidad del mar. También hay un número musical a cargo del Príncipe Eric que no estaba a la altura de los demás y sólo quieres que termine. Después del gran acierto de Disney al dar el protagónico de Ariel a una actriz afroamericana, dejaron pasar una gran oportunidad con Ursula (Melissa McCarthy) al no haber sido interpretada por una drag queen, ya que el personaje original se inspiró en la icónica Divine; y eso hubiese sido la cereza del pastel en cuanto a representación y diversidad.

La Sirenita es un paso hacia delante en el sinuoso camino hacia la equidad en Hollywood y el cine en general, donde los buenos y los héroes, no sean solamente caucásicos, atléticos y de ojos azules; sino que visibilicen todo el espectro de la raza humana; porque lo que se niega, no se nombra y no se ve, no existe.