La primera persona de la historia en crear una película de ficción.

Imagina haber sido la primera persona de la historia en crear una película de ficción, haber realizado alrededor de 1000 películas a lo largo de tu carrera e influenciando a grandes pioneros de la cinematografía como Georges Méliès, Sergei Eisenstein y Alfred Hitchcock, entre otros, para después ver cómo omiten o reemplazan tu nombre por el de tus asistentes, tu esposo o tu empleador, todos ellos hombres. Esto fue lo que sucedió con Alice Guy (1873 – 1968), un nombre que pocos han escuchado, incluso en carreras y cursos relacionados a la historia del cine. ¿La razón principal de esto? Que era mujer.

Los hermanos Lumière patentaron el cinematógrafo (un aparato que podía proyectar imágenes en movimiento), pero los Lumière no eran cineastas, eran empresarios, y no imaginaban la trascendencia artística de su invención. En marzo de 1895, la primera vez que los Lumière presentaron su flamante cinematógrafo en París a clientes potenciales donde se proyectó La Sortie des Suvriers des Usines Lumière à Lyon (La salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon), la primera película de la historia, Alice Guy trabaja como secretaría para Léon Gaumont, quién era dueño de una empresa dedicada a la venta de cámaras y material fotográfico, por lo que fueron invitados al exclusivo evento.

Durante la presentación, Alice Guy se dio cuenta de algo que nadie más en esa sala había notado: el potencial del cinematógrafo para no sólo documentar imágenes estáticas y cotidianas, sino para contar historias. Probablemente parte de esta imaginación fue inspirada por su cercanía con la literatura, ya que su padre era dueño de una librería y compañía editorial en Valparaíso, Chile, donde también ella vivió algunos años de su infancia con sus padres, hermano y tres hermanas, siendo ella la menor.

Después de la presentación, Alice Guy se acercó tímidamente al Sr. Gaumont para proponerle hacer algunas escenas con el novedoso aparato, a lo que él le contestó que lo podía hacer en su tiempo libre, porque no quería que descuidara sus labores. Fue entonces que en 1896, a los 23 años de edad, Alice Guy escribió, dirigió y produjo el primer filme de ficción de la historia, que constaba de poco más de un minuto de duración, llamado La Fée aux Choux (El Hada de los Repollos); lo realizó con la ayuda de un camarógrafo, un par de amigas como actrices, en una terraza y con un tripié tambaleante, ya que era para cámara fotográfica.

Tanto los géneros y temas de sus películas fueron muy diversos, iban desde la comedia hasta los western. Expresaba su creatividad, rebeldía y feminismo en un tiempo donde las mujeres no podían ni votar. Transgresora y adelantada a su época, en 1912 realizó una película donde el actor y la actriz principales, ambos caucásicos, trabajarían con actores afroamericanos, por lo cual se negaron a ser parte de la producción, ya que lo consideraron un deshonor irreparable representar a las parejas románticas de “personas de color”; Alice Guy decidió reemplazarlos, convirtiendo ésta en la primera película de la historia con un reparto totalmente afrodescendiente. 

Lamentablemente, la versión de la historia que conocemos es la que ha sido contada por las voces dominantes; Alice Guy ha sido víctima de un mundo patriarcal donde fue casi olvidada por la industria que ayudó a crear. Jamás imaginó que el evento al que sólo asistiría como una de sus labores de secretaria, la cambiaría a ella para siempre y la inspiraría a aventurarse hacía lo desconocido, para dar inicio a un recorrido que culminaría en lo que ahora conocemos como el séptimo arte.

Alice Guy se convertiría en una cineasta en toda la extensión de la palabra; fue escritora, directora, editora, productora, jefa y dueña de su propio estudio. También precursora casi en todo: utilizar lenguaje cinematográfico, crear técnicas de filmación, efectos visuales, realizar acercamientos, planos diversos y filmar videos musicales utilizando sonido sincronizado. ¿Entonces por qué no ha obtenido el reconocimiento que merece? Ahora nos corresponde no sólo darle un lugar en la historia y en la cinematografía, sino que retome el que siempre le ha pertenecido.

 

Cine y opinión por Aníbal Astorga

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