Por: Aníbal Astorga

Cuando vió la luz, Freaks fue prohibida en varios países por considerarla indecente; en la actualidad se ha convertido en una película de culto con un mensaje adelantado a sus tiempos. 

La palabra “circo” fue inventada por los griegos para referirse a todo tipo de representaciones destinadas a la diversión popular, aptas para toda la familia; pero el circo, tal como lo conocemos en la actualidad, el que nos evoca imágenes de carpas coloridas, malabaristas, domadores de leones y payasos, entre otras; tuvo sus inicios hace poco más de 250 años en un barrio londinense. 

Como hemos sido testigos en repetidas ocasiones, la humanidad siempre encuentra la manera de mostrar su lado oscuro. Y así fue como a principios del siglo XIX que los Freak Shows (espectáculos de rarezas o “fenómenos” por su nombre en inglés) se convirtieron en una atracción que complementaba a los números principales, siendo también parte de los Dime Museums, museos ambulantes que acuñaron ese nombre por cobrar un “dime” estadounidense (el equivalente a 10 centavos de dólar), por mostrar colecciones de personas con características inusuales. 

Justamente, Freaks (1932), hace alusión a este tipo de shows, y además ¡está celebrando su nonagésimo aniversario! Su director, Tod Browning (1880 – 1892), quien desde pequeño tuvo una fascinación por los espectáculos circenses, huyó de su casa a los 16 años para unirse a una caravana ambulante, de donde gestaría la inspiración para su película. 

Freaks nos cuenta la historia de Olga, una pérfida trapecista quien planea seducir a Hans, uno de los artistas del circo quien padece enanismo, para después asesinarlo y quedarse con su herencia. Sus compañeros se dan cuenta, planeando una venganza contra ella y su cómplice Hércules. La película no fue bien recibida por la crítica ni por el público. Los productores trataron de salvarla de la censura quitándole casi 30 minutos de las escenas más controversiales. Aún así, se le consideró brutal y grotesca de acuerdo al código de conducta de la época.

Browning quería realizar una película lo más auténtica posible, por lo que se buscaron personas que se consideraban “fenómenos” en aquellos tiempos: las siamesas Hilton, unidas en la cadera y que compartían parte de su sistema nervioso; Johnny Eck, “el chico a la mitad” quien no contaba con la parte inferior del cuerpo; Prince Randian “el torso viviente” quien no tenía brazos ni piernas; Schlitzie, quien sufría de microcefalia; Koo Koo quien padecía del síndrome de Seckel; y Olga Roderick quien vivía con hirsutismo, entre otros. 

Si bien, Freaks fue prohibida en varios países por considerarla indecente, por  explotar y demonizar, a las personas con discapacidad y características diferentes, la cual también destruyó la exitosa trayectoria de su director; en la actualidad se ha convertido en una película de culto con un mensaje adelantado a sus tiempos. 

Mensaje que el director trató de transmitir para mostrarlos no como una atracción de circo, sino como una comunidad que resiste y persiste a una vida colmada de vejaciones; de recibir gestos de burla y horror, donde sólo se tienen los unos a los otros porque la sociedad se construyó para los demás, no para ellos; que harán lo necesario por defender a los suyos y sobrevivir en un mundo donde su única cabida es bajo la luz de los reflectores mientras satisfacen el morbo de una audiencia, para después sumirse nuevamente en la oscuridad cuando la función ha terminado.

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