Muchas veces me he preguntado: ¿Es justo lo que gano por lo que hago? ¿Realmente hago el trabajo por el que me pagan?

 

El Licenciado Badillo se sorprendió con enojo al escuchar que Don Abelino cobraría $200 por reparar su lavadora apretando solamente un tornillo, acción que el mismo licenciado pudo haber hecho.

Comenzaron a discutir, cada uno defendiendo su argumento: El licenciado Badillo decía que era demasiado dinero por apretar un tornillo nada más, contrario a Don Abelino que expresaba era lo justo, pues lo contrataron para arreglar la lavadora y la arregló.

Nadie quiere pagarle a alguien que pareciera no esforzarse al trabajar; queremos ver que el dinero se gana con sudor.

Pero no nos dejemos engañar por “el parecer”, hay personas que son buenas en lo que hacen como Don Abelino que no solo “apretó un tornillo”, sino que apretó EL TORNILLO ya que la experiencia lo ha enseñado a deducir de manera rápida una solución, y no cualquier solución, sino la mejor.

Entonces, ¿Pensar cuesta?

Si…

Pero es más fácil querer cobrar por pensar, que pagarle a alguien por pensar. ¿Hace sentido?

Trabajar en publicidad es parecido a la situación del licenciado Badillo y he tenido experiencias de este tipo. La más recurrente es la creación de una marca.

Nos enfocaremos en dos tipos de clientes: El ideal y el no ideal.

El cliente NO IDEAL sería aquel que mientras estás trabajando en su marca, contestan mensajes y llamadas, pero cuando tienen que pagar les duele hacerlo o simplemente no te responden, el de los miles de cambios porque alguien le dijo que “se ve feo el diseño”. El que ve la publicidad como un gasto y no como una inversión (para posicionar y ser anzuelo, ayudando a generar ventas, no para generar la venta como lo haría un vendedor), etc.

El cliente IDEAL, por el contrario, da un sí a la primera, aprueba el presupuesto, idea, diseño y ejecución de inmediato, haciendo el trabajo mucho más sencillo y rápido.

Así como los clientes, también están los “creativos” ideales y no ideales.

El NO IDEAL es ese que se muestra muy accesible con el cliente y pierde el control fácilmente, se enfada del proyecto y prefieren perder ese dinero, huyen y se esconden, dejan todo al último o entregan algo “Al ahí se va”.

El creativo IDEAL es todo lo contrario: Todo está bien y a la primera, los tiempos de entrega son muy buenos, es propositivo y no sólo replica, CREA.

Yo he estado en ambos lados.

Como CLIENTE, debe ser claro que la experiencia, las ideas y lo que no dominamos, costará, de igual forma como a un médico, a un carpintero o a un administrador que sabe y soluciona, se le debe remunerar.

Como CREATIVO, he descubierto que hay quienes pretenden saber y saben venderse, pero solo eso saben hacer, ya que en la marcha no proponen y mucho menos crecen.

 

Lamentablemente existen muchos ejemplos de marcas pobremente creadas, que solo cumplen con gráficos funcionales que carecen de visión, coherencia, difícilmente escalables o que no ayudan a comunicar lo que la marca realmente quiere expresar.

Es ahí donde comienza un camino pedregoso y se vuelve difícil poder defender nuestro trabajo, ya que los resultados hablan por sí mismos. Y al igual que cualquier otro servicio, este comienza a prostituirse, perdiendo la calidad y valor.