El cine es una expresión del ser humano, cuyo objetivo es el de comunicar una idea o un sueño.
El tan elevado término “cine de arte” o “de autor”, es un concepto que en su esencia ya lleva una parte de snobismo aspiracional para las personas de a pie y el tan denigrado término de “cine comercial”, ya lleva en sí mismo el desdén de un producto elaborado para las masas, esto nos lleva al debate de que es uno y que es el otro. Sin ser el juzgador del cine y su público, lo primero que debemos comprender es: El cine como tal es una expresión del ser humano, una actividad que comprende prácticamente todas las disciplinas del arte y cuyo objetivo es el de comunicar una idea o un sueño; pero al ser nosotros entes sociales, necesitamos para subsistir un “algo” donde alimentar nuestros propios sueños y esto no es ajeno al cine.
El cine a final de cuentas es una invención del siglo XIX, el siglo de las luces, de lo exótico, de lo extravagante, de lo científico. El objetivo de los Lumiere era entretener a las masas a la par de los circos, los objetivos abstractos quedaron para generaciones posteriores; En su génesis el cine es un vehículo de escape de la realidad, un creador de sueños e ilusiones.
Claro que habrá diferencias brutales entre el lenguaje de Godard y el de los hermanos Russo, pero la consecuencia de ambas propuestas será que el espectador y ser humano, sueñe y por un momento sienta que es parte de una realidad alterna, sin importar qué se identifique con Pierrot “el loco” o Thanos; el reconocimiento de las emociones humanas en el cine, es el objetivo.
También existe la percepción del cine desde el enfoque académico, el cual dejará en claro a qué se refiere una película de arte en todo su contexto, ya que cubrirá la exigencia de la academia cinematográfica, pero la realidad es que una depende de la otra; El cine de arte tiene como primera característica la innovación, la creatividad, el arriesgarse a contar una historia, no solo en la narrativa, también en la fotografía, el vestuario y el diseño de arte de producción; Es arriesgar, salirse de lo que se considera “tradicional” y ofrecer al espectador un reto intelectual y de aguante soporífero (no puedo negar que algunas películas son verdaderamente somnolientas), pero este es su encanto. Un cine avant garde en toda la extensión de la palabra, un cine (dicho sea de paso), “para pocos”.
Al final del camino descubrimos que muchas propuestas comerciales tienen su origen o influencia en el cine de arte como el caso de la reciente película de Villeneuve DUNE, pero ese es tema de otra columna, sin embargo es un buen ejemplo. Al contrario de lo que podríamos imaginar, el cine comercial va a la segura: La narrativa es la misma, el recorrido del héroe también, la fotografía es limpia más no hermosa, no hay problema de producción por qué sé tiene una gran inversión económica, los actores no son problema ya que se pagan y listo, el objetivo del productor será la recuperación de la inversión financiera, pero, al final se tiene un solo objetivo: Entretener al espectador, tratar de que no piense mucho, cumpliendo la función básica de distraer, alejar al hombre de sus problemas y hacer creer que vive otra realidad.
En esto último es donde coinciden ambos cines y mi punto es: El cine tiene distintos lenguajes, diferentes propuestas narrativas, diversas formas de materializar un sueño, pero al final, el sueño de todo ser humano es vivir por un momento otra realidad.
P.d. El cine de arte es aquel que su premisa no es el entretenimiento del público, es la expresión de un artista reflejada en una película. El cine comercial es el domingo por la tarde acompañado de unas palomitas de maíz y un refresco de cola.
Así que en conclusión, es difícil hacer la diferencia entre cine de arte y comercial, el cine es universal.
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Cine y opinión
Por Timo Rosales Nanni
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