“El ser una persona agradecida te abrirá muchas puertas. El tener convicción te hará conectarte con la gente correcta y la vida te hará cosechar mañana todo lo que hoy sembraste.” – Eduardo Willars 

Por: Naomi Núñez

Eduardo Willars es egresado de la licenciatura de gastronomía por la Universidad Vizcaya de las Américas e hizo sus prácticas en el hotel Four Seasons en Punta de Mita, Nayarit, conociendo ahí la realidad del trabajo en cocina y abriendo los ojos de que la realidad distaba mucho de lo que le mostraron en la escuela. Durante su carrera aprendió diferentes técnicas y formas de crear recetas, pero nada que ver con una jornada laboral real.

Durante su permanencia en la cocina del reconocido hotel, pudo ver lo largas que son las jornadas laborales, la presión que se ejerce en el trabajo, el movimiento real dentro de la cocina, la organización para eventos de más de 700 personas, la coordinación que debe existir en todo; desde hacer un costeo para entregar un presupuesto, hasta hacer el organigrama de servicio. Ahí estuvo 3 meses, pero con eso tuvo para conocer todo el movimiento. 

Se regresó a Tepic y faltando solo un cuatrimestre para finalizar su carrera, aplicó en una vacante en el restaurante Loma 42 Tepic y aunque no fue aceptado ahí, lo canalizaron a otro restaurante de la misma empresa. Llegó, conoció el lugar, le gustó, aplicó para la vacante y se quedó en Emiliano Comida y Vino por 3 años y medio. Durante su caminar por Emiliano pudo ver lo que era tener un restaurante y llevarlo por un buen camino, desde algo pequeño hasta algo de esa magnitud. 

Aunque siempre tuvo la idea de tener un restaurante con la espina de “¿que se sentirá?”, no lo quería para ser su propio jefe y disponer de su tiempo, si no para tener algo y seguir su propio proceso. Al principio no estaba seguro de que quería tener, pero sabía que el negocio que tuviera tendría que ser enfocado en su carrera. 

Todo se fue dando de una forma muy orgánica, si prepararlo o planearlo con tiempo, de hecho pensó que podría quedarse toda la vida en Emiliano, ya que estaba cómodo ahí, ya conocía la forma de trabajar del equipo, veía a sus compañeros que ya tenían 7 u 8 años ahí trabajando y claro, también por miedo a salir y empezar de cero.

Aunque su sueldo no era el más alto, aprendió a valorar lo que tenía en ese momento y hoy ve ese tiempo  como una inversión para su experiencia y aprendizaje. Ahí fue donde él pudo convivir con diferentes chefs reconocidos y colaborar en eventos importantes como el Festival Gourmet Internacional (anual), ya que los restaurantes de esta empresa, son los únicos en Tepic que ofertan esa propuesta gastronómica.

Otra gran oportunidad que pudo disfrutar, fue cocinar en Dinner in the Sky, una experiencia totalmente diferente en la cual se cocina en una plataforma a más de 45 metros de altura, se sirven ahí mismo los platillos a los comensales y se disfruta de una vista impresionante. 

Su madre siempre le aconsejaba no desesperarse, que viera que todo lo que él estaba viviendo en ese momento era una gran oportunidad para aprender, ya que era joven, iba iniciando, era su primer empleo formal y no tenía mucha experiencia; al entenderlo pudo disfrutar mucho más de su proceso. 

Eduardo se recuerda y define de niño como un “gordito”, apasionado de la comida y feliz de practicar todos los deportes posibles. En su familia todos cuentan con un rico sazón casero y recuerda cómo desde la secundaria él era el encargado de preparar la carne mexicana para la comida. Siempre inquieto y feliz de disfrutar de los diferentes sabores que veía, investigaba las recetas de los alimentos o botanas que se le antojaban, como por ejemplo las famosas manzanas forradas con chile  y chamoy. 

Al principio esa deliciosa botana la hacía para su deleite personal, pero el día que lo llevó a su escuela, sus compañeros le preguntaron dónde la había comprado y él dijo “yo las vendo” y así inició su primer emprendimiento. También recuerda haber vendido sushi, un plato poco común en esa época en el lugar donde él vivía; Todo comenzó con un receta que vio un fin de semana, la preparo y lo restante de su receta, lo preparó y llevó a la escuela al día siguiente. Cada rollo lo vendía en $35 o $40 pesos, con soya y sriracha (picante); al principio solo llevaba 10 charolas diarias, pero al ver la demanda, comenzó a llevar unas cuantas más. 

Hoy es muy común ver que en las escuelas los alumnos venden diferentes productos como botanas o dulces, pero en el tiempo de la escuela de Eduardo, era “vergonzoso” porque te estigmatizan como una persona pobre o necesitada. Inconscientemente desde los 15 años comenzó a tener su propio negocio de comida.

Crepelle nace en el 2020, con el plan de que fuera un restaurante de crepas gourmet, con una presentación atractiva, sabores diferentes con productos 100% naturales y elaborados en casa. Al pensar que su producto principal es un platillo de Francia, quiso ponerle un nombre alusivo al acento de ese país, que sonara “nice y muy francés”. 

La palabra “crepelle” en realidad no tiene un significado, aunque mucha gente piensa que significa “crepa”; Al comenzar a trabajar en el proyecto se puso a investigar esa palabra, para evitar ofender a alguien en caso de tener un significado no agradable en otro idioma, pero se dio cuenta de que todo estaba bien. 

Al principio no todo resultó como pensaba, ya que el concepto que había creado no tuvo el éxito que él esperaba, así que tuvo que hacer algunas modificaciones, sin llegar al punto de cambiarlo totalmente; hoy, se le consume más el platillo con el que inicio, que todos los demás. Con sus primeros tropiezos, aprendió a caer, escuchar a sus clientes y conocer sus necesidades, para poderlos complacer y más en una ciudad tan pequeña como lo es Tepic. 

Uno de los puntos fuertes de Crepelle desde el inicio y algo que nunca se tuvo en la mesa para cambio, fue la elaboración del helado en casa. A Eduardo el helado es un postre que le gusta mucho realmente, es por eso que desde un principio pensó en crear una receta propia, agregando que desde su percepción por  “dignidad gastronómica”, no podía vender crepas con helado de sabor básico, comprado.

Hoy su oferta gastronómica se ha diversificado y sus comensales pueden disfrutar  de crepas, hamburguesas, pastas y cortes de carne. Aunque sabe que no son el restaurante fuerte en cortes en la ciudad, le satisface ofrecer tres diferentes tipos de carne a sus comensales, así ganando nuevos clientes a través de las buenas experiencias que ellos cuentan a otros.

Gracias a la demanda que ha tenido Crepelle, ha crecido con pasos firmes y hoy ya tiene planes de ofrecer nuevos productos como por ejemplo la marca “Helado Crepelle”, que no tarda mucho en salir al mercado. Aunque este no era el producto estrella del restaurante, se dio cuenta que era algo que le gustaba mucho a sus comensales por los diferentes sabores que ofrece en sus platos, como menta, chai, canela, vino tinto, etc.  pidiéndolo constantemente para consumirlo en casa, además de obtener muchos buenos comentarios acerca de ello. Así fue como orgánicamente nació la idea de ese negocio. 

Aunque la idea de abrir una crepería fue una casualidad, hoy son reconocidos por locales y visitantes como un restaurante de crepas gourmet donde se come rico, se saborea calidad y es agradable permanecer ahí, todo debido al trabajo y esfuerzo puesto en el proyecto. 

Sin duda uno de los obstáculos a vencer más grandes para Eduardo y Crepelle fue la pandemia, ya que no era un reto para el cual se pudieran preparar o mejorar procesos para vencerlo o evitarlo. Con esto, le tocó aprender a trabajar acatando las nuevas reglas que surgían a diario por parte de gobierno para salvaguardar a todos los ciudadanos y ponerse a pensar “¿Ahora que hago, que vendo y cómo lo vendo?”, siendo cada vez más difícil atrapar a su cliente, ya que no estaba presente comiendo en su restaurante y todo era online. 

La prueba más difícil para Crepelle fue sobrevivir como negocio y marca, sin cerrar las puertas, ya que Eduardo es consciente que una vez cerrando, sin saber cuando regresaras, la gente se olvidará de ti como negocio en menos de un mes. Así que tuvo que “aguantar vara” sin cerrar, aunque eso significó endeudarse con una fuerte cantidad de dinero. 

Hoy se han adaptado a la nueva forma de trabajar, de cuidar a su cliente, a escuchar lo que quieren y a buscar la forma de cuidar su economía manteniendo los mismos precios, aunque la realidad es que todo los insumos van a la alza, pero viendo la economía de la gente en ocasiones pesa mucho más el precio y se deja de lado la calidad. 

Una de las lecciones más grandes que ha obtenido Eduardo a través de su negocio es a trabajar la mente, a diversificar sus pensamientos y aceptar los consejos que le brinda la gente que ya lleva tiempo en el medio de los alimento y el emprendimiento; además de enseñarle a se humilde para escuchar los comentarios de todos y no tomarse nada personal, entender que un buen consejo puede venir de quien sea y cada palabra es una oportunidad para crecer. Acercarse a la gente correcta que le pueda sumar en cualquier ámbito de su vida y siempre sumarle a otro cuando tenga la oportunidad, recibiendo siempre con buen ánimo un “todo va a estar bien”.

Por el momento en sus planes no está el tener sucursales, prefiere tener un solo establecimiento pero bien atendido para que el nuevo mercado que entre no lo tumbe, tomando calma para trabajar, organizando sus esfuerzos para invertir cuando sea necesario y no adquirir deudas innecesarias.

Para poder visualizar a dónde quiere ir con Crepelle, Eduardo se pone en los zapatos de sus clientes para encontrar la forma de satisfacerlos, sin olvidarse de que también debe pensar como dueño, para poder encontrar una media que los beneficie a ambos. Hoy principalmente quiere invertir en la infraestructura del lugar para que sea más atractivo y cómodo para sus comensales, además de adquirir más y diferentes equipos de trabajo para poder satisfacer la demanda. Desea en un futuro tener negocios que puedan funcionar de forma automática, para poderlos ver crecer sin que él tenga que estar 24/7 en el lugar.

Una de las muchas ventajas que tiene el formar parte del equipo de Crepelle, es que Eduardo ha trabajado tanto en cocinas pequeñas como en espacios grandes, así que el sabe lo que es estar en cada una de ellas, por eso siempre busca la forma de consentir a sus colaboradores de formal laboral, brindándoles un espacio seguro y atractivo para trabajar. 

Eduardo en este punto, sin duda cree que un buen restaurantero se hace, porque es muy bien sabido que la restauranteria no es lo mejor remunerado a corto plazo; se necesita de mucha fortaleza para aguantar sin recibir nada a cambio (en muchas ocasiones), soportar gastos y aprender a competir con los grandes ya posicionados. 

Pero a pesar de todo lo anterior el honestamente recomienda a todos aquellos que desean iniciar en el mundo del emprendimiento en el área de los alimentos que lo hagan, a él le ha funcionado y le ha dado satisfacciones enormes, aunque se debe trabajar muy duro a diario. 

Agradece en el plano espiritual a Dios y en lo terrenal a su mamá, papá y prometida, ya que si no fuera por ellos su negocio no estaría vivo, ya que muchas veces trabajaron junto a él de sol a sol sin ganar un solo centavo e incluso invirtiendo. Recuerda con amor como en muchas ocasiones su prometida lo apoyó económicamente pagando algún recibo de luz u otras cosas. Todos ellos han apoyado el proyecto de forma económica, emocional e incluso operativa, como mano de obra, desvelándose y estando “al pie del cañón” con él. 

Los valores más importantes para Eduardo son la disciplina, porque a pesar de atravesar retos tan fuertes como una pandemia, nunca se rindió o dejo de trabajar, siempre se mantuvo firme para seguir adelante. La bondad y el agradecimiento son otros dos valores que rigen su vida, ya que siempre busca la forma de corresponder a todos aquellos que le brindaron su ayuda en algún momento de su vida. La responsabilidad y hacer bien el trabajo, para que eso mismo hable de ti y no tengas que decirlo tu. 

Aunque la gente a veces no ve o valora todo el esfuerzo detrás de un proyecto hasta que no lo ve materializado, aconseja que nunca abandonen sus sueños y siempre sigan adelante si creen en ello. Eduardo Menciona que nunca se arrepentiría de emprender porque todo lo que ha sucedido es para bien y aunque a veces no entendamos el porqué pasan las cosas, todo lo que pasa es como tuvo que pasar para que hoy él se encuentre donde está.

“Felicidad” es la palabra que define lo que siente con todo lo que ha logrado, con el camino que ha recorrido, pero a pesar de todo lo bueno, no está conforme y quiere ir por más, con pasos firmes. 

Recomienda ampliamente a todos, ser agradecido con aquellos que sumen en la vida, porque sabe que lamentablemente es común que cuando se está arriba, fácilmente se olvide a quien ayudó de escalón para subir. Además buscar siempre ser ese apoyo que quisiste haber tenido y no tuviste; ser el jefe que te hubiera gustado tener o ser ese excelente colaborador que te gustaría contratar en el futuro.

“El ser una persona agradecida te abrirá muchas puertas. El tener convicción te hará conectarte con la gente correcta y la vida te hará cosechar mañana todo lo que hoy sembraste.”

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